El día 30 de Octubre llegó a las puertas del centro social autónomo La Solidaria un cedulón de desalojo. Según dice la presentación del mencionado documento —que insta a desalojar el inmueble en un plazo de 15 días—, la casa donde funciona dicho espacio estaría “precariamente” ocupada por un “grupo anarquista”. Ese grupo sería responsable de haber irrumpido con violencia en el edificio en cuestión, de haber amenazado y atacado a los dueños de dicho edificio y también del deterioro edilicio y las plagas de roedores en la cuadra. Los anteriores dueños, La Iglesia Evangelica Alemana, habrían brindado pruebas —que constan en el informe presentado junto con la denuncia— de todas estas cosas, pero, no obstante, habrían tolerado la ocupación. Sin embargo, todo cambió porque el edificio, ocupado hace 3 años, habría sido vendido a una ciudadana chilena nacionalizada uruguaya que tendría la voluntad de seguir los procesos judiciales necesarios para recuperar el inmueble. El domicilio de la nueva propietaria que consta en el cedulón es una oficina del World Trade Center de Montevideo.
Un poco de historia.
La Solidaria es un espacio autónomo ubicado en la calle Daniel Fernández Crespo 1813, casi Cerro Largo. Funciona ahí desde el año 2012, cuando el local fue ocupado por un grupo de personas con la idea de construir un centro social que funcionara con valores opuestos a los que cotidianamente nos imponen las relaciones mediadas por el capital y el Estado. Esos valores que decidimos encarnar eran la solidaridad, la autogestión, la horizontalidad y la autonomía. Desde que abrió sus puertas, La Solidaria se caracterizó por ser un espacio abierto y de construcción, así como un lugar de encuentro para distintos grupos y personas que no tenían dónde proyectar sus ideas y compartir sus preocupaciones acerca de la realidad actual. Sus puertas, siempre abiertas, han dado lugar a toda clase de proyectos y actividades —todas gratuitas—, como por ejemplo varias ferias del libro internacionales, talleres de disciplinas que van desde las artes marciales y el teatro hasta el lenguaje de señas, el tango y la expresión plástica. Han funcionado o funcionan varios proyectos de radio comunitaria o alternativa, bibliotecas sociales, cafés y tertulias sobre temáticas varias, así como proyectos de lucha, como la Regional Sur de la Asamblea Nacional Permanente en Defensa de la Tierra, el Agua, y los Bienes Naturales, la Coordinación por el cierre del zoológico de Villa Dolores, la Coordinación contra Monsanto, Plenaria Memoria y Justicia y el Movimiento Independiente de Esquizodrama y Esquizoanalisis Libertario, entre otros muchos grupos o proyectos contrarios al actual sistema de opresión. En la actualidad, La solidaria mantiene sus puertas abiertas y funciona a nivel barrial como un lugar de características únicas, reconocido y aceptado por los vecinos, que con frecuencia se acercan para brindar su apoyo, informarse o participar libremente del espacio.
Un poco (más) de historia…
Antes de instalarse el proyecto actual, la casa en donde funciona La solidaria perteneció a (o estuvo en poder de) por lo menos dos grupos religiosos diferentes, que la utilizaban para beneficio de sus congregaciones o —en los utlimos tiempos y antes de ser inhabilitados por el INAU— como “hogar” infantil. Las condiciones en que estaba el edificio eran desastrozas: totalmente destruido y sin conexión de saneamiento; fue necesario repararlo y reacondicionarlo para poder darle vida nuevamente. Sus dueños originales, que cobraban por sus servicios de hogar/cárcel, no ponían el dinero en mejorar las condiciones edilicias ni tampoco lo usaban para cumplir con sus obligaciones tributarias. El edificio, por tanto, estaba en la ruina en todos los sentidos. Al momento de efectuarse la ocupación —que fue pacífica—, lo único que funcionaba allí era una biblioteca-archivo de tendencia anarquista, que estaba instalada con total consentimiento de sus dueños originales y ocupaba sólo una habitación de la casa, la única que estaba en condiciones de habitabilidad.
El pastor mentiroso.
El líder de la Iglesia Evangélica Alemana —la antigua propietaria del edificio—, Armin Ilhe, visitó a los ocupantes en más de una oportunidad y manifestó su acuerdo con el proyecto. Durante todo el primer año, el contacto entre las partes fue fluido. No obstante, de un momento a otro decidió reclamar la propiedad. En ese contexto se dio el primer intento de desalojo, totalmente ilegal y sin orden judicial, que abriría la puerta de un conflicto entre la congregación propietaria y los poseedores, de hecho. El señor Ilhe intentaría, en más de una oportunidad, victimizarse para generar presión, pero al final, desgastado por una lucha que no podía mantener y perjudicaba su imagen, desistiría. Además, el movimiento social acompañó el reclamo de los ocupantes repudiando a los propietarios y sus manejos desleales. Un detalle no menor: el primer intento de desalojo coincidió exactamente con la realización de una de las más grandes marchas en rechazo de la megaminería y del megaproyecto Aratirí, justo en donde se juntaba el núcleo de Montevideo que convocaba y organizaba la marcha.
Gobierno progresista, represión fascista.
Ese mismo año, pero en el mes de Agosto se registraría el segundo intento claro de intimidación o desalojo ilegal. En la tarde del 24 de Agosto, previamente a la movilización en memoria de la masacre de Jacinto Vera en el Hospital Filtro, doce activistas que salían de La Solidaría serían detenidas por policías de particular sin ningún tipo de orden. Este procedimiento continuaría por varios días más y algunas de ellas serían nuevamente secuestradas de forma irregular para ser llevadas a declarar. Previamente, dos activistas que estaban de paso por la ciudad habían sido detenidos y procesados sin ninguna prueba, en relación a los disturbios ocurridos en una movilización oficialista. Este nuevo ataque, entonces, se configuraba como el tercero y más contundente de los dirigidos directamente al espacio. Una vez más se resistió y las movilizaciones en repudio no se hicieron esperar.
Especulación, represión y capitalismo progre.
Entonces, ahora, en 2015 y en medio de diversos conflictos y una auténtica persecución y caza de brujas dirigida contra diversos activistas y organizaciones sociales, La Solidaria vuelve a estar en el ojo de la tormenta. Pero, ¿qué es lo que se esconde detrás de esta maniobra? El barrio de Cordón Norte, como casi todas las barriadas céntricas, está actualmente siendo escenario de un ataque silencioso pero letal: el ataque del desarrollo en su forma mas obscena, la del urbanismo y la especulación inmobiliaria. Cualquier metro cuadrado de un barrio céntrico aumenta progresivamente de valor, y eso hace que los tiburones inmobiliarios se lancen desesperados por cualquier migaja. Los obreros y marginales que vivían en estos barrios afeaban la ciudad y complicaban la dinámica de consumo pensada para los turistas y los hijos de las clases acomodadas. Las antiguas casas de patio —como La Solidaria— estorban una planificación urbana que prefiere construir módulos horizontales para encerrar consumidores alienados a precios ridículos antes que mantener un diseño proclive a alojar un tejido social diverso y móvil, capaz de organizarse y protestar por aquello que lo perjudica. En ese plan, un centro social como La Solidaria es una clara piedra en el zapato.
En definitiva.
Este cedulón, estas denuncias y este proceso que comienza no es otra cosa que un ataque más del sistema a quienes, desde un comienzo, nos hemos parado en oposición total a sus proyectos y designios. No es nada más que un golpe en una pelea que reconocemos, asumimos y elegimos dar hace ya tiempo y que, si bien nos expone, también nos hermana con muchos más luchadores y luchadoras que han elegido plantar cara al poder. Nos han golpeado pero que lo sepan: somos buenos pugilistas y devolveremos todos los golpes.
¡La solidaria somos todos!
¡No al desalojo de La solidaria!
¡Que saquen sus manos de nuestros centros sociales!
¡La solidaria somos todos!
¡No al desalojo de La solidaria!
¡Que saquen sus manos de nuestros centros sociales!
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