Ayer (24 de febrero) de tarde un gran número de personas fue llegando a la plaza Libertad para dar una respuesta ante la amenaza de desalojo a La Solidaria.
Pasadas las siete, al grito de “no al desalojo de La Solidaria” y con diferentes pancartas, la marcha comenzó a dirigirse por 18 de Julio hasta llegar a Gaboto, pasó por la plaza Acción Directa y siguió hasta Fernández Crespo y Cerro Largo, donde se ubica La Solidaria, allí se leyó una proclama.
Proclama leída en las puertas del centro social autónomo La Solidaria:
El sistema capitalista y el Estado nos ofrecen su mundo a diario.
Un mundo de seguridad y confort, de trabajo y sacrificio, de progreso y avances científicos.
Nos ofrecen también su tolerancia y su democracia, su caridad y su éxito.
Nos ofrecen el mercado y su libertad, la de comprar y vender, la de opinar y creer.
A diario tratan de educarnos y convencernos, dirigirnos y protegernos. De estimularnos y entretenernos, curarnos y abastecernos.
Sin embargo, a diario, su mundo no hace más que someternos y controlarnos, reprimirnos y explotarnos, adiestrarnos y envenenarnos.
Su tecnología nos explota, su progreso contamina, sus valores nos someten y sus discursos nos engañan.
Pero compas, la libertad no es obediencia ni mercado.
Es vivencia pura, experiencia.
Auto-gestión, acción directa, solidaridad y autonomía.
Sobre esos valores se construyó el proyecto conocido como La Solidaria.
Sobre esos valores y la convicción de que otro mundo no sólo es posible sino necesario.
Y la de que a este mundo servil que nos ofrecen sólo podemos hacerle frente a través de la práctica cotidiana de nuestros propios valores.
Una vez conscientes de esto, compañeros, el único camino posible es la lucha y el único resultado posible es el conflicto.
Sin representantes ni negociaciones, sin especialistas ni dirigentes, pero con la certeza total de que no los necesitamos.
Entonces, durante estos cuatro años La solidaria ha sido el espacio físico que ha dado cabida a un sin fin de proyectos y actividades, coordinaciones y encuentros que siempre han mantenido el mismo horizonte: plantarle cara al poder en todas sus formas.
Contaminación de la tierra, especulación inmobiliaria, video-vigilancia, especismo, machismo, racismo. Son todas caras de la misma moneda, todos productos de la misma fábrica.
Sólo teniendo esa certeza es posible sostener un proyecto realmente subversivo, realmente radical.
Sólo cuestionando al mismo tiempo las miserias de este mundo en nosotros mismos y tratando de despojarnos de esas cargas podremos construir un mundo nuevo.
Con esa certeza entonces podremos decir que quizás mañana las fuerzas del Estado y los buitres de la propiedad privada nos despojen de este espacio, de este lugar físico. Pero con esa misma certeza decimos que nuestros proyectos no mueren acá, que nuestra lucha no depende de una casa o de diez, que por cada centro social desalojado nacerán mil, que cada uno de nosotros hemos decidido hacer carne de esta lucha y la seguiremos llevando adelante.
Podrán desalojar nuestros cuerpos pero no nuestras ideas ni nuestros valores, no nuestra convicción ni nuestro coraje.
Decía un muro en una ocupación en Barcelona: “hace tiempo hemos tomado la humilde decisión de no retroceder”.
Entonces con esa misma convicción, compañeros, decimos nosotros:
¡Ni un paso atrás!
¡No negociamos nada, queremos todo!
¡Hoy y siempre: contra toda autoridad!
¡La Solidaria resiste!
Proclama leída en las puertas del centro social autónomo La Solidaria:
El sistema capitalista y el Estado nos ofrecen su mundo a diario.
Un mundo de seguridad y confort, de trabajo y sacrificio, de progreso y avances científicos.
Nos ofrecen también su tolerancia y su democracia, su caridad y su éxito.
Nos ofrecen el mercado y su libertad, la de comprar y vender, la de opinar y creer.
A diario tratan de educarnos y convencernos, dirigirnos y protegernos. De estimularnos y entretenernos, curarnos y abastecernos.
Sin embargo, a diario, su mundo no hace más que someternos y controlarnos, reprimirnos y explotarnos, adiestrarnos y envenenarnos.
Su tecnología nos explota, su progreso contamina, sus valores nos someten y sus discursos nos engañan.
Pero compas, la libertad no es obediencia ni mercado.
Es vivencia pura, experiencia.
Auto-gestión, acción directa, solidaridad y autonomía.
Sobre esos valores se construyó el proyecto conocido como La Solidaria.
Sobre esos valores y la convicción de que otro mundo no sólo es posible sino necesario.
Y la de que a este mundo servil que nos ofrecen sólo podemos hacerle frente a través de la práctica cotidiana de nuestros propios valores.
Una vez conscientes de esto, compañeros, el único camino posible es la lucha y el único resultado posible es el conflicto.
Sin representantes ni negociaciones, sin especialistas ni dirigentes, pero con la certeza total de que no los necesitamos.
Entonces, durante estos cuatro años La solidaria ha sido el espacio físico que ha dado cabida a un sin fin de proyectos y actividades, coordinaciones y encuentros que siempre han mantenido el mismo horizonte: plantarle cara al poder en todas sus formas.
Contaminación de la tierra, especulación inmobiliaria, video-vigilancia, especismo, machismo, racismo. Son todas caras de la misma moneda, todos productos de la misma fábrica.
Sólo teniendo esa certeza es posible sostener un proyecto realmente subversivo, realmente radical.
Sólo cuestionando al mismo tiempo las miserias de este mundo en nosotros mismos y tratando de despojarnos de esas cargas podremos construir un mundo nuevo.
Con esa certeza entonces podremos decir que quizás mañana las fuerzas del Estado y los buitres de la propiedad privada nos despojen de este espacio, de este lugar físico. Pero con esa misma certeza decimos que nuestros proyectos no mueren acá, que nuestra lucha no depende de una casa o de diez, que por cada centro social desalojado nacerán mil, que cada uno de nosotros hemos decidido hacer carne de esta lucha y la seguiremos llevando adelante.
Podrán desalojar nuestros cuerpos pero no nuestras ideas ni nuestros valores, no nuestra convicción ni nuestro coraje.
Decía un muro en una ocupación en Barcelona: “hace tiempo hemos tomado la humilde decisión de no retroceder”.
Entonces con esa misma convicción, compañeros, decimos nosotros:
¡Ni un paso atrás!
¡No negociamos nada, queremos todo!
¡Hoy y siempre: contra toda autoridad!
¡La Solidaria resiste!
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